“El día después de un gran derby”

“El día después de un gran derby”

Hace años los lunes eran distintos, entre otras cosas, porque había un gran programa en el extinguido “Canal +” (aquel histórico canal de pago) que presentaban varios periodistas como Maldonado, Daimiel, Ponseti, Castaño, Pedrerol, Lewin, y futbolistas como Carrasco, Cañizares, y uno muy recordado del Liverpool y del C.A. Osasuna, como era el genuino Michael Robinson. Aquel programa que estuvo dos décadas en antena, con 300 emisiones, mostró el fútbol desde un lado distinto, a como lo venía haciendo nuestro querido “Estudio Estadio”. Sus secciones, sus perspectivas, y su manera de mostrar el fútbol, sentó cátedra para jóvenes cámaras, realizadores, mezcladores, guionistas o seguidores. Las cámaras se adentraban en los vestuarios, o en las gradas, para dar protagonismo a todos los estamentos del fútbol.

Ayer en La Veigona hubo un encuentro de esos que se califican de la “máxima rivalidad”, y que enfrentaba por primera vez en su larga historia al Luarca C.F. y al Barcia C.F., en la categoría de Regional Preferente.

Los coches se acumulaban por los aledaños de La Veigona, en los aparcamientos de la calle Ribadeo, y en los terrenos anexos al histórico campo. Al entrar en el terreno de juego se respiraba el ambiente de los grandes partidos.

Porteros históricos que vistieron la camiseta de ambos equipos, novias de los jugadores, los habituales de siempre en La Veigona, o aquellos otros que acuden a presenciar un “derby” porque saben que nada se puede igualar a estos enfrentamientos.

Los jugadores del Barcia saltaron al terreno de juego, sabedores de que al pasar por debajo del arco de entrada a los vestuarios, necesitaban de ese espíritu y de esa concentración necesarios para vivir un duelo de la máxima.

Pude saludar a mi amigo Efrén, el “único” jugador que alcanzo a distinguir, como un auténtico “superviviente”, una de esas especies a extinguir de hombre de club, fiel a unos colores. También reconocí enseguida a Rascón –viejo conocido de todos- y que mantiene ese saber estar y esa colocación que solo te da la veteranía.

El Barcia no se arredró, más bien todo lo contrario, salió muy bien colocado y dispuso de una penetración por banda derecha de Fredo, cuyo centro-chut se estrelló impresionantemente en el larguero del meta Adrián.

Bien es cierto que el meta barciano Escudero –ágil como un gato-, se lució en dos intervenciones, una de ellas de Matheus, que merecieron el gol, y llevaron el ¡uuuyyyy! , a las gradas. Unas gradas en las que había una espectacular representación –como no podría ser menos- de jugadores barcianos ilustres: Richard, Carlinos, Simón, Miguel, Brañanova…; mezclados con otros socios del San Sebastián de toda la vida, que se dejaron más que la voz para conseguir entre todos presionar “al arbi” en la señalización del penalti que dejaría el duelo en tablas.

Aunque mucho antes un explosivo Ibra, se había aprovechado de un balón dividido que un defensa le complicó en la cesión al meta Adrián, y que dejó al delantero ovetense en franca disposición para haber adelantado a su equipo. Sin embargo, apuró tanto el balón al primer palo, que su lanzamiento se fue fuera lamiendo el poste.

A fuer de ser sinceros el partido podría haberse ido al descanso tranquilamente con un empate a dos tantos, hubiese sido totalmente merecido.

Las huestes barcianas apostaban todo por una victoria en las gradas durante el intermedio, pero lo cierto es que a los diez minutos de la reanudación, tras un saque de esquina, y tras el primer remate de un jugador luarqués, Matheus peinaba el esférico lejos del alcance de un imbatible hasta ese momento, Escudero.

El partido tenía de todo: fuerza en las acciones de balones divididos, entradas bruscas, plantillazos, protestas a los colegiados… Y hasta un baile excesivo de los jugadores de ambas plantillas a quienes un linier y el árbitro del encuentro, mareaban en exceso de la grada, a las sillas del césped y de ahí al banquillo y viceversa. En fin, demasiada parafernalia.

Por fin salió Efrén que mostró sus gotitas de calidad y saber estar, tras sus paréntesis por la lesión de fractura en una muñeca (¡voy a ver si puedo aportar algo en la segunda parte Cipri! –me dijo- en la previa).

Pablo Barbón y Javi Prendes, movían ficha desde los banquillos, y lo cierto es que el Luarca contemporizó un tanto con el resultado, mientras el segundo chaparrón de la ciclogénesis anunciada para el fin de semana, ponía la extraordinaria “Alfombra de Memo”, como uno de los mejores activos de nuestro club, demostrando el extraordinario cuidado del césped de D. Guillermo García Iglesias (¡Chapeau amigo Memo!).

El Barcia se lanzó con todo y en un despeje de un defensa luarqués, Yoni empaló una volea sensacional que se estrelló en el larguero, para desesperación de la enfervorizada afición barciana, que se tiraba de los pelos (bueno, todos no, porque a Miguel García Castro, le pasa como a un servidor… ahí tenemos poco de que tirar).

Hubo jugadas polémicas, pérdidas de tiempo, cambios agotados y una última jugada, que el árbitro, el Sr. Suárez Simón de Avilés, decretó lanzamiento desde los once metros. El meta Adrián se tiró a la derecha y Yoni, que había merecido el gol minutos antes con su impresionante trallazo, lanzaba al medio, y dejaba el resultado en tablas, con justo reparto de puntos.

En estos días previos en mis artículos pronosticaba y deseaba un empate con goles, para que ambos equipos no perdiesen la estela del líder, el Podes. Pues bien, no anduve muy descaminado. Al final, reparto muy justo en mi opinión, aunque cualquiera de ellos por las ocasiones podría haber decantado la balanza en uno u otro sentido.

Los comentarios finales hasta la salida eran de todos los gustos, pero al final imperó la deportividad. Mis mejores deseos –en esta atípica media temporada- para mis queridos Luarca y Barcia, y para sus aficiones. ¡Qué no decaigan, y qué sigamos disfrutando muchos años de esta rivalidad!

Mi pequeño homenaje a estos dos históricos clubes, en una tarde en la que disfruté de un gran encuentro que no dejó indiferente a nadie, y que demostró bien a las claras, que los “derbys” son algo muy especial. Cómo lo eran aquellos lunes a la media tarde, cuando iba a ver “El día después” con mi amigo Ramón Toribio al “Bar Joseph”, y allí disfrutábamos juntos de aquel inconfundible acento de Michael Robinson, mientras nos tomábamos algo e intercambiábamos resultados, periódicos y estadísticas, sobre un fútbol que nos ha hecho pasar tan buenos momentos.

Como el vivido ayer en La Veigona…”el día después de un gran derby”.

Por Cipri Fdez Fdez.

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