A Manuel Ibáñez, el último eslabón luarqués de ALSA, in memoriam
Nos acaba de dejar el que fue el último eslabón de una cadena de luarqueses fundadores de nuestra querida empresa ALSA, Manuel Ibáñez Rodríguez. Contemporáneo de mi progenitor, Manolo Ibáñez fue mi jefe en mi etapa en ALSA –en sus oficinas de Almuña- entre agosto de 1993 y febrero de 1994. Fueron sus últimos años trabajando en la empresa, de la que fue también uno de sus Consejeros.
En aquellos años que realizábamos la historia de ALSA, Manolo se encontraba cerca de finalizar su vida laboral, y una de las cosas que más apreciaba eran sus consejos.
Una persona que tenía un amor platónico –la villa de Luarca- y al que le gustaba recortar de toda la prensa escrita que pasaba por sus manos, cualquier extracto de noticia que tuviese que ver con ella.
Siempre estaba al quite para comentar una pequeña anécdota de Luarca y de los autobuses, que habían marcado estrechamente su vida y la de toda su familia. En mi extensa etapa de una década en el “Eco de Luarca”, don Manuel, como me gustaba dirigirme a él, siempre me paraba por la calle para felicitarme por alguna de mis colaboraciones, y le encantaba disertar un poco sobre el tema o sobre la actualidad de entonces de nuestra villa.
Íntimo amigo de Jaime Oliver, la vida ha querido que ambos nos hayan dejado en este fatídico 2020, en el que hemos perdido a tantos seres queridos, y a tantos y tantos luarqueses inolvidables. Era habitual verles pasear juntos, especialmente por Marchica, el Muelle y la playa, algunos de sus lugares preferidos, para compartir y rememorar sus aventuras de niños en la Luarca eterna que ellos vivieron, siempre repletos de buenos momentos.
Manuel Ibáñez era nieto de uno de los fundadores de la empresa ALSA, Liborio Rodríguez González. Para los amantes de la estadística queda marcada con letras de oro la fecha del 22 de junio de 1916 cuando se fundó la empresa Automóviles Luarca, más tarde ALSA, que fueron reconocidos y recordados como “los Luarcas”. El consejo de administración estaba formado por Francisco G. Gamoneda, Antonio G. Vega, Vicente Trelles, Francisco Álvarez Cascos, Liborio Rodríguez y Manuel Riesgo.
Manuel Ibáñez también tenía un pequeño despacho en el que fue el último emplazamiento –donde está la estación cerrada- en el entresuelo del edificio, al que a mi compañera y a mí, nos agradaba mucho acudir para cobrar el sueldo en aquellos años.
Recuerdo con enorme cariño el día que me invitó a su casa, en su espectacular despacho, para enseñarme con orgullo la escritura fundacional de ALSA en la que aparecía su querido abuelo Liborio. No puedo olvidar aquellos años de juventud en el que tuve el placer de trabajar con él, y en el que le recuerdo con sus gafas, buscando información de nuestra querida Luarca, y en aquel verano en el que compartimos recuerdos de una villa que aún entonces florecía mucho más que ahora.
Mi más sincero pésame para sus hijos y nietos, y muchísimo ánimo para llevar este trance tan duro en unos momentos tan dramáticos como los que estamos viviendo. Gracias don Manuel por tu aprecio y estima, y por tu interés en todos y cada uno de mis pequeños proyectos. Nos ha dejado el último eslabón luarqués de una empresa histórica que pasea el nombre de nuestra villa por el mundo.
A Manuel Ibáñez in memoriam. D.E.P.
Fotografía: Archivo Personal.
Por Cipri Fdez Fdez